El Estándar Dorado (Actualización 2025)

Versión original publicada en el libro Mercados Financieros e Instrumentos de Inversión:

Estándar dorado

Versión actualizada con las características del Programa CFA a 2025:

 

El Estándar Dorado

Ignacio Montané Recinas, CFA

El análisis de títulos de inversión no es aún una profesión en su madurez, pero lo será. Tal fue una afirmación que Benjamin Graham, el padre del análisis de inversiones, escribió ocho años antes de que el primer examen CFA fuera administrado en 1963, en buena parte gracias a su impulso inicial.

A lo largo de las décadas la credencial se ha convertido en el principal estándar en la profesión inversionista, en sus varias ramificaciones, primero en los Estados Unidos y Canadá, posteriormente en Europa y el resto del mundo -actualmente, su principal crecimiento lo tiene en Asia-. El argumento inicial para establecer la credencial, hacer de una profesión la práctica en inversiones, fue el comienzo de una historia que ha llevado a que hoy en día sea considerada como el estándar dorado en la materia.

El proceso para obtenerla es demandante. El principal requisito es aprobar tres exámenes, y el rol de la credencial en el historial académico personal puede ser similar al de una maestría de reconocimiento a nivel global, en tanto que puede entenderse como un requisito, o como una llave para ciertos puestos laborales. En los países donde tiene mayor tradición -en EE.UU., Canadá y el Reino Unido, sobre todo-, se ha afianzado el rol como requisito en algunos empleos en el sector financiero, en otros países donde la credencial está permeando y creciendo -como varios países de Hispanoamérica- es más bien una llave que abre puertas muy valoradas.

Hay muchas maneras en las que uno puede llegar a enterarse del Programa CFA, e interesarse en él. A diferencia de lo usual -que es conocerlo a partir de los que se comenta en el medio financiero- mi experiencia fue haber leído acerca de él en una biografía de Benjamin Graham, de eso ya hace varios años. Dado la práctica en inversiones era lo que más me interesaba, fueron años de lectura de los libros clásicos de finanzas y negocios, intentando aplicarlo a mi práctica profesional que requiere, sobre todo, el análisis de las compañías que cotizan en bolsa a través de sus estados financieros y de entender su negocio. Naturalmente, en el camino uno va aprendiendo, pero también acumulando una serie de dudas teóricas, y de ahí mi interés por finalmente enrolarme para presentar el primero de los exámenes CFA.

El proceso de estudio es muy demandante, los exámenes requieren esfuerzo, disciplina y muy buena administración del tiempo de estudio. Adicionalmente, mi impresión personal es que se requiere de un genuino interés por una buena parte de los temas -inevitablemente hay algunos que agradan más que otros-, pues sin tal motivación es muy difícil pensar cómo se podría abordar tal cantidad de información. Aparte del fuerte incentivo económico, se necesita tener una vocación de fondo con la profesión.

Naturalmente, es difícil que a uno puedan apasionarle todos los temas, dada la cantidad de información a la que uno se expone, más lo importante es tener un interés y entusiasmo genuino por una razonable parte de ellos que provoque que, al llegar los libros, uno tenga ese impulso de revisarlos para ver cuáles son los temas que en esa ocasión serán evaluados, en mi caso, recomendaría tomar el examen a quien tenga esa curiosidad. Por otro lado, en la práctica inversionista -como en otras disciplinas- hay una variedad de teorías y filosofías, algunas de las cuales atacan las suposiciones fundamentales de las otras, por lo tanto, se tiene que tener un ojo crítico y tomar posiciones al respecto. Dada la vocación personal se encuentre alineada con el contenido de los libros, la experiencia es demandante, pero también muy interesante cuando en la práctica uno hace propias ciertas filosofías, y descarta otras.

Creo el recuerdo de los días de los exámenes, así como cuando llegaron los resultados, me acompañará por un largo tiempo. Es difícil encontrar otros momentos en la vida donde el esfuerzo acumulado de meses de estudio -de horas y horas de lectura y de hacer ejercicios de práctica- se encuentre tan concentrado en unas cuantas horas clave al presentar la evaluación y, sobre todo, en el momento en que finalmente a uno se le informa el resultado. Dado las bajas tasas de aprobación, un resultado adverso significa una dura prueba de perseverancia en cuanto a intentarlo de nuevo, o buscar otro camino. Por otro lado, la euforia que significa aprobar el examen me parece es una experiencia muy singular, quizás, es algo similar a lo que debe sentir un deportista profesional que se ha preparado por mucho tiempo para una competencia, al llegar el momento y al fin estar viviendo el resultado victorioso de ésta.

Los beneficios al esfuerzo son evidentes y, me parece, tangibles rápidamente conforme uno va avanzando en el Programa hasta finalmente obtener el derecho de ser un CFA charterholder -como se le conoce a los que han obtenido la credencial-. En lo profesional, la credencial es reverenciada en el medio financiero y, utilizando el lenguaje propio en él, un activo en el historial académico personal que otorga excelentes dividendos.

Desde que se va aprobando el primero de los exámenes, los comentarios favorables en lo profesional comienzan a hacerse notar progresivamente, ocupando el lugar primordial en el historial académico personal. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que alguien que presentó alguno de los exámenes y no completó el camino para obtener la credencial, eventualmente sentirá la necesidad de quitarlo de su resumen profesional, al fin y al cabo uno no quiere exponerse en una entrevista de trabajo a la pregunta del por que presentó alguno de los exámenes hace tiempo, sin haber completado el camino para obtener la designación -cuando ésta finalmente se obtiene, dado el cumplimiento de algunos requisitos, es de por vida-.

Otro encanto de la credencial es que se ingresa a un gremio de personas que cuentan con ella, que son de un nivel de capacidad profesional elevado -lo que es natural dada la disciplina que tuvieron para afrontar el proceso para obtenerla-, al ser del Programa CFA profundamente meritocrático, el encontrarse con un colega charterholder lleva consigo el saber que tal persona tiene cierta capacidad técnica y disciplina personal. Ello, aunado a los puestos claves que varios charterholders tienen en la industria financiera, se reflejan naturalmente en las amplias oportunidades de empleo.

A diferencia de otros programas, se suele decir que solamente hay un CFA, en el sentido de que el único organismo que puede otorgar la designación es CFA Institute, de Virginia, y tal homogeneidad es valorada alrededor del mundo. Un CFA charterholder tuvo que pasar por un proceso muy similar independientemente del lugar donde resida.

Una vez obtenida la credencial y junto con los beneficios en lo profesional, también sucede algo interesante en el nivel personal, de manera más discreta: la disciplina demandada para afrontar las evaluaciones -principalmente en el aspecto del autoestudio, uno muy singular de la credencial y que contrasta con otros procesos académicos- deja una huella en la manera de hacer las cosas de quien ha pasado por el proceso, creo es común que alguien que ha pasado por la experiencia se vuelve más metódico y disciplinado.

El futuro de la credencial parece ser brillante, se encuentra en constante crecimiento a nivel global y actualmente los exámenes se administran en ciudades distribuidas alrededor del mundo, quizás, la máxima responsabilidad para mantener y hacer crecer su prestigio se encuentra no solamente en CFA Institute, sino en todos los charterholders y candidatos mediante el buen ejercicio profesional en su día a día.